miércoles, 8 de septiembre de 2010

Poker Face

Check.

Se congelaron las cosas y ahora resulta que todo vuelve, o parece tener ciertas intenciones de hacerlo. Podríamos haber hecho las cosas más simples y hablar de frente, evitarnos el sacar conclusiones apresuradas, adelantarnos a los hechos y hacer conjeturas sin una base firme. Pero no, hasta ahora soy un imán para las reservas y secretos, y si va acompañado de rarezas y desapariciones, mejor aún. Pero la verdad siempre cae por su propio peso, y si no somos rápidos caeremos con ella. Se podrían haber hecho tantas cosas… qué importa, por algo pasa lo que pasa. Y si no, de todas formas no puede cambiarse, así que no vale la pena quejarse por ello. Me alegra no arrepentirme de nada. Porque el arrepentimiento genera culpa, y la culpa genera rencor. Sin embargo siento que esto se me va un poco de las manos, más de lo usual, y claramente más de lo esperado. No aspiro a más que a cosas concretas y claras (si sé que es mucho pedir, pero bueno), y lo único que veo es un enrredo que aumenta con cada coyuntura. Hay muchas miradas, muchos silencios, muchos terceros, muchas conjeturas y poca claridad. Me molesta cuando las cosas se alargan demasiado, y si van a venirme con problemas, les digo al tiro que no estoy para jueguitos.

Suficiente, hasta ahí quedamos porque la cabeza no me da para más, y la concentración no puede rendirme menos. Tengo cosas que hacer, mejores cosas en las que pensar, y mil oportunidades más para aprovechar. Mejores que las anteriores- que no terminaron de convencerme- sin duda.

Fold, quiero cartas nuevas. Sólo si me gustan vuelvo a jugar.

viernes, 27 de agosto de 2010

Her Morning Elegance

Se levantan apenas, se duchan, se visten, se peinan y tratan de quitarse la cara de sueño mientras toman un desayuno a medias. Medio apuradas, medio corriendo, medio a punto de llegar. Se suben al metro, escuchan música y ahí la cosa cambia un poco, mucho o nada. Se transforman, avanzan, retroceden, cambian radicalmente, se iluminan u oscurecen, descubren nuevos matices. De pronto se inspiran y buscan una válvula de escape, cualquiera. Justo ahí, en medio del mar de gente que no deja sacar un lápiz y papel. Se bajan del metro, caminan, entran y salen, se calientan con el sol de los días primaverales. Saludan, hablan, sociabilizan, y de pronto pueden hacer un mundo de una frase dicha al pasar. Ven fechas, sacan cuentas, leen de más y escriben notas al margen, con partes de si mismas o con cosas nada que ver. Se detienen un momento para escuchar a otros, para ver o anotar, y luego se reanudan, renovadas, clarificadas o con más nudos que antes. Se suben al metro de nuevo, se alimentan, caminan y miran, escuchan música otra vez y sacan cosas que les puedan servir.

Llegan a casa, giran llaves y abren puertas, si no se les quedaron adentro de casualidad. Dan vueltas, caminan, tocan un poco de guitarra para despejarse, se levantan, comen de nuevo, leen un poco más, y se lavan los dientes. Dan otro par de vueltas, conversan un rato y hacen los últimos arreglos para el día siguientes.

Casi se han ido con las actividades del día, pero cuando este termina, vuelven. Igual que antes, igual que siempre no más. Esas ideas que giran entre el pelo que se enreda en la almohada, esas dudas que quedan dando vueltas en la cama, sin dormir.