martes, 22 de diciembre de 2009

Reflexiones póstumas

Escrito el lunes en la madrugada (disculpas por el desfase temporal)
Ninguna muerte significa desesperanza.


Quedan 10 días para que se acabe el año, y de paso la década. Quedan 22 páginas libres en este cuaderno, que ya tiene casi dos años. Ahora ocupo una de ellas, mientras contribuyo a mi dolor de cabeza. He salido bastante estos días, estoy cansada y muero de sueño, pero me da lata dormir cuando me bajan las ganas de escribir algo. Antes de empezar siempre reviso las páginas anteriores, como si buscara dónde me quedé la última vez. Siempre, excepto ahora, porque también lo hago de vez en cuando, aunque no vaya a escribir nada, y creo que la última vez que miré no me gustó lo que leí.
Es rarísimo volver atrás cuando ha pasado tanta agua bajo el puente, aunque sea de esta forma. Como cuando se ven fotos de chica y te da risa, vergüenza o nostalgia. Creo que esta vez fue lo segundo; leer algunas líneas tan patéticas que dan vergüenza ajena (mal que mal, quien las escribió es, en cierto modo, otra persona). Repasar historias que de tanto revivirlas llegan a dar lata, mezclada con un ligero dolor de cabeza, e incluso un nudo en la garganta. Tanto así, que da gusto ver que la próxima página está en blanco. Hasta dan ganas de botar las hojas anteriores, pero como buen proyecto de historiadora, sé que el pasado sirve para algo, que resurge justo cuando debe (aunque no necesariamente cuando conviene) y que nunca hay que olvidar el camino recorrido para no perder el norte.
Y mientras veo las páginas previas, es inevitable recordar los meses anteriores. Una pasada rápida me basta para concluir que los últimos han sido raros. Lindos y tranquilos, pero raros. Quizás por esa misma tranquilidad, la falta de acción (No es que mi vida sea una película de Mel Gibson, pero en fin)... pero soy un animalito de costumbres, eso lo tengo más que claro, y la tranquilidad siempre se agradece, aunque a veces lleve a la monotonía. Anyway, siempre se puede hacer algo para darle un poco de interés a las cosas cuando no parecen moverse.
Y así como hay páginas en blanco, siempre hay días nuevos. Aunque sean todos iguales, tienen algo distinto por el simple hecho de que el sol salga otra vez. Lo mismo pasa con los años. El que cambie de 2009 a 2010 ya es algo digno de consideración. Opportunities waiting to happen, páginas en blanco listas para hacer algo con ellas, sin importar qué.
Aún quedan 10 días del 2009, pero ahora las páginas en blanco son 21. Probablemente me duren de aquí a mucho más que 10 días, pero por si las dudas ya compré otro cuaderno, luego de conocer milagrosamente a la simpatiquísima niña que los hace, meses después de haber buscado la tienda desde donde salió originalmente y de enterarme que hacía casi un año que ya no estaba más en el Drugstore de Providencia. Una lástima, recompensada con un encuentro fortuito.
La libreta espera pacientemente en su bolsa a que ésta se termine, hasta la última hoja, y quede guardada en el cajón. Sin duda se estrenará el próximo año (suena como si faltara mucho para eso), cuando haya muchos días nuevos y muchas hojas en blanco donde escribir.

3 comentarios:

Josefina dijo...

Me gustó mucho aquello del "releer las hojas antiguas", y que a veces uno muere de verguenza y dan ganas de borrar o quemar todo eso. He sentido lo mismo muchas veces, pero antes de borrar, pienso en guardar en un cajoncito (real o metáfora) esas letras que te ayudan a darte cuenta cuanto has cambiado y crecido :)
Un abrazo,
felices fiestas.
Jose

Daniela Figari dijo...

Uf, totalmente identificada.
Tengo cuadernos desde que tengo unos 14 años y es horrible y a la vez muy chistoso volver a leer eso!!
Pero en el terreno de los diarios o bitacoras, no vale el quemar las naves. No señor.

Disfrute ver como ha cambiado y como no, al paso del tiempo.

Feliz navidad!

iriarte dijo...

lo que más me gusta de los libros, son las manchas de café o cuando están subrayados, sí, libros usados, sólo leo libros usados, me fascina saber que no soy el único que está gozando de ese festín de palabras y emociones.
Lo mismo pasa con los cuadernos, esos borrones con lapiz pasta (no me gusta usar corrector,porque no tengo paciencia para que se seque, ni lápiz grafito, al ser surdo, borro lo que estoy escribiendo con la misma mano.

Mucho tiempo sin pasearme por estos lares. Me gustó bastante lo que encontré, nostalgia.

y se me viene a la mente la frase que leí de freud, "hay que ser idiota para ser féliz".
Los cuadernos usados al ser releídos, producen nostalgia, la nostalgia de la perdida del misterio. Desde esos paseos bajo la lluvia en las grises tardes de santiago escuchando música, cuántos mundos,historias de amor y hasta homicidios podrían ser descritos. cuanta belleza hay en las hojas usadas de aquellas noches de insomnio y aún más en las que están en blanco, aún más en la nada, en potencias de si mísma...

Saludos te mando desde este polvoriento monitor y este teclado lleno de cenizas de cigarrillos.

atte
iriarte